La enfermedad se topó en su camino. Unos problemas de congelaciones en ambas manos y un posterior edema cerebral, agravado con complicaciones pulmonares, pusieron el punto final a la carrera forjada de aventura y hazañas de este gran alpinista navarro.
Iñaki nos deja, pero se queda para siempre formando parte de la montaña; de los grandes titanes del Himalaya y del Nepal.
Sin embargo, siento que esto no se puede perdonar. ¿Por qué la tragedia ha de llevarse a nuestros "Dioses cotidianos"?
Cuando alguien como Iñaki, con 40 años, con todos esos proyectos e ilusiones pendientes, sigue su obsesión hasta entregar la vida por ella, porque la suerte y las circunstancias no han querido estar de su lado, a los que sentimos admiración por esta gente así, nos invade el sentimiento de haber sido traicionados. ¿Quién mueve tan mal los hilos como para permitir que no podamos seguir disfrutando de la vitalidad de estos gigantes de la Humanidad?
Hace casi dos años (el 24 de Junio se cumplirá la fecha), también perdimos a Fernando García Herreros, nuestro Fernan, el todopoderoso Tarzán, un gran atleta de montaña, mejor bombero y una excelentísima persona. Aquel del que quedaba todo por aprender (en experiencia, en carácter y en tantas y tantas otras facetas).
De vez en cuando sucede esto; un "monstruo" de la naturaleza se marcha de repente, sin que podamos imaginar cómo va a ser el mundo sin ellos.
Nos dejan su ejemplo, para que lo cojamos y tratemos de "adaptarlo" a nuestras posibilidades; porque imitarlo... eso es algo que a los demás nos viene muy grande.
Por eso quiero dedicar unas pocas letras a su memoria; y también a su legado, a la huella imborrable que nos regalan cuando se van y que nos marcará para siempre.
Amigos, SIEMPRE SERÉIS, SIEMPRE ESTARÉIS... NUNCA OS OLVIDAREMOS! 
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