martes, 28 de octubre de 2008

Sintiendo

Hoy he sentido. Hoy las cosas han sido distintas. Las impresiones han rotado hacia el positivismo, hacia el "puedo".
Hoy he creído avanzar. Y sólo espero que no sea algo ilusiorio... que no sea cosa de un buen día... que no "me haya equivocado".


Hechos como el buen entrenamiento de esta mañana en la piscina me levantan el ánimo. Me hacen creer en el progreso, en la efectividad de los entrenos bien planificados.
Y es tan agradable sentirse así, después de tantos meses cayendo en el escepticismo...!!!


He experimentado la sensación de nadar fácil, más coordinada, deslizando, con un estilo bonito... segura de estar en el buen camino.
Un pequeño progreso que me ha alegrado el día y me ha hecho ganar confianza. Sólo espero no perder la chispa, porque, como dirían los Héroes del Silencio: esta es "la chispa adecuada".


Luego, al regresar, descubrí que ya tenía mi nuevo pulsómetro en casa. Y, como una niña con un juguete nuevo, me he marchado por la tarde a doblar, con la intención de conocer el cacharrito y ver todo lo que le puedo sacar de sí.

Y mola entrenar con pulsómetro. No he hecho más que 45 minutitos a ritmo facilón... pero ha sido suficiente para comprobar lo beneficiosa que puede llegar a ser la información que te proporciona el chismecito. Otra herramienta para medir mejor lo que hago... vamos a seguir sumando (con la cabeza y no con el tesón, como hasta ahora).


Mañana habrá más. O eso espero... porque, al estar de guardia, nunca sabe una lo que va a acontecer.

Y aquí dejo la cháchara... que toca descansar (y eso también es muy importante!).

lunes, 27 de octubre de 2008

La cara dulce del otoño

Querido amigo...

qué bonito es retomar viejas costumbres... revivir antiguas sensaciones... experimentar de nuevo los hábitos de la adolescencia tardía (o la temprana madurez).

Hoy fue uno de esos días aprovechados desde el amanecer hasta el anochecer. Pero, simplemente, porque al final del mismo, cuando son más de las 23.00 horas, valoras lo vivido y sientes que has exprimido el tiempo al máximo, pero saboreándolo, sin agobios... sin la necesidad de corretear de un lado para otro porque no te da tiempo a hacer todo lo que tienes pendiente.


Solamente tenía que dejar pasar las horas y cumplir con unas pequeñas obligaciones que, de manera extraordinaria, en lugar de apelotonarse en el tiempo, dejaban entre sí el suficiente margen de minutos como para que todo cuadrase de forma perfecta.


Y como lucía un sol precioso en este otoñal día madrileño, yo me dejaba querer por la brisa suave, que me acercaba los sabores y olores que, a pesar de todo lo malo de Madrid... de toda la polución y la insalubridad de una gran ciudad como esta... permanecen en la atmósfera urbana, luchando por hacerse apreciar entre los humos y pestilencias varias.


Así que, mientras bajaba relajadamente por el Paseo de las Delicias, murmurando para mí los contenidos de los apuntes de los que me tenía que examinar en breves instantes, los aromas de las pequeñas charcuterías, de las peluquerías "de toda la vida" o del Donner Kebah de 200 metros más abajo (hay que ver con qué antelación percibes el olor de la pseudocarne de estos negocios!), interrumpían mis pensamientos; me sacaban de mi ensimismamiento y me llevaban a otro tipo de ideas y recuerdos:



Qué hermosos los largos paseos por el centro de Madrid en la época de la Universidad! Cuánto he echado de menos esos ratos al darme cuenta hoy de lo poco que lo hago últimamente.
Pero sólo así me gustan: exprimiendo. Pudiendo sacar la esencia de cada momento banal; gozando por el simple hecho de gozar.


Y es que hoy, día de esperado DESCANSO TOTAL, después de una semana de más de 13 horas de entrenamiento, tenía necesidad de desconectar de lo habitual para sumergirme en lo que, a pesar de ser cotidiano, no atiendo con frecuencia.


Ha sido un placer romper con el hábito: Pasear con calma, volver a repasar apuntes mientras el sol me hace compañía en un parque solitario, comer en un sitio cualquiera con mi pequeño, poner un lacre a las gestiones pendientes... Y VIVIR, sin más...

martes, 14 de octubre de 2008

Memorias de un blog descuidado

Buenas, buenas...

Son muchos los días en los cuales entro en internet pero se me pasan los ratitos sin ganas de escribir sobre lo que acontece en mi día a día.
El motivo no es otro que la pereza (o, a veces, la sensación de no tener nada novedoso que contar).
Sin embargo, en este tiempecito (joer, de tres semanas!!) sin escribir una sola línea, sí que han ocurrido hechos relevantes para mí. Aunque sean importantes sólo para mí, voy a actualizar este rinconcito... que yo creo que se lo merece.

Para empezar, Tito y yo nos hemos estado moviendo bastante en relación con el tema de nuestra casita, la cual, ya casi, casi, casi, está a punto de tomar forma concreta, para dejar de ser un ente etéreo y abstracto que sólo se mantiene vivo en nuestros cerebros y en nuestro carpetón rojo que contiene el proyecto.


Hemos estado eligiendo las piedras para chapar la fachada e indagando sobre los materiales que nos han incluido en el presupuesto (memoria de calidades) para saber sobre ellos y su comportamiento específico.
Como no nadamos en la abundancia, los materiales son decentes y majetes, pero no punteros. Pero Tito y yo nos conformamos y confiamos en que nos sobre y nos baste con lo que hay estipulado.

Por otro lado, fuimos a ver una peli que habían estrenado el 5 de septiembre y no habíamos podido ir a ver antes: "Che, el argentino".
Este film me trajo agradables recuerdos sobre la figura de Ernesto "Che" Guevara. Hace unos años... en los años de "nuestra alegre juventud", como dirían los fenómenos de La Polla, a mí, en lugar de darme por el bakalao, el botellón y la fieeestaaaa, me dio por el compromiso social, el voluntariado, el reconocimiento de los derechos de los pueblos y grupos sociales oprimidos o discriminados, etc.



Leí mucho, participé en actos reivindicativos varios, acudí a conciertos de grupos de rock y punk de extrema izquierda, como los llaman ahora... pero, sobretodo, forjé mi personalidad en unos valores que creo que me ayudaron a ser mejor como individuo: la solidaridad, la libertad, la justicia...

El otro día, en la sala de cine, el pequeño monstruo que tenía aletargado dentro de mí, se removió. Creo que no despertó del todo; pero al menos, se mostró inquieto.


Y es que, inevitablemente, el madurar rodeada de una sociedad que acosa permanentemente todos esos buenos valores de los que hablaba, me ha hecho perder la orientación primaria de mi filosofía de vida. Siento que he dejado aparcados a un lado (que no olvidados) esos valores... para centrarme en vivir el presente (con todas las exigencias propias de la edad adulta) e incluso, y esto es peor, el futuro... (no hay más que ver que he entrado de lleno en un mundo que, de adolescente idealista, desechaba); y la prueba es que lo que ahora más llena mi cabeza de preocupaciones es el asunto de mi casa... Algo por lo que no hubiese dado un minuto tiempo atrás.

Sí... jejeje... yo confiaba en tener una vida un poco nómada: viviendo de alquiler y currando en distintos sitios, por todo el país (y quizá, el planeta). No me veía pagando una hipoteca; Si acaso, me compraría una casita modular de madera para instalar por una cifra económica en un terreno a las afueras de Madrid.
Pero la vida da muchas vueltas y heme aquí, calculando cuánto me va a suponer la partida de albañilería o cuánto me podría ahorrar si decido pintar yo misma.


Volviendo a Che, he de decir que la peli me sorprendió gratamente. El director es yanki, pero ha sido capaz de abordar este tema desde una perspectiva imparcial y ha contribuido a la merecida mitificación de Che Guevara, dando muestras de su peculiar personalidad y sus grandes dotes como estratega en la Guerra de Guerrillas.



Fue bonito recordar los apasionantes hechos y heroicidades que constituyeron su corta vida. Disfruté mucho releyendo, a posteriori, su biografía y repasando algunas de sus proezas.


Por otra parte, en la primera semana de Octubre, estrené la nueva temporada de entrenamientos. En estos días, aprovechando la ausencia de Tito (que se ha pasado 8 días escalando por Taghia, en Marruecos), retomé la sana costumbre de dedicar parte de mi tiempo de ocio al cultivo del cuerpo, con el objetivo de tomarme este año deportivo con más paciencia, asegurar la progresión en la carga y ser capaz de cumplir con lo marcado: mejorar la natación, evitar las lesiones y rendir más, en general.

Las primeras sensaciones han sido lamentables, aunque lo he sabido digerir bien y no me he cebado entrenando, cumpliendo, por el momento, con la premisa antes mejorada del aumento progresivo de cargas de entrenamiento.
He comenzado con sesiones de carrera fácil de 45' de duración aproximada; sesiones de nado que van desde los 1800 m. a los 2300 m. (tratando de mejorar la coordinación brazos-piernas y de obtener un nado más eficiente y menos lesivo); sesiones de bici también fáciles y algunas en el parque, con la bici de spinning; y ejercicios de fortalecimiento general.
En la mayoría de ellas me he sentido cansada, lenta, pesada, descoordinada, torpe, etc. Pero intuyo que esto es necesario en las primeras semanas, después del descanso de los últimos días de septiembre.
Recuerdo haberlo pasado especialmente mal en la primera salida con bici (con un viento terrible que casi me escupía de la bici... vaya día que elegí para el reestreno!!!).

También son curiosas las sensaciones de carga muscular y propiocepción afectada, durante las sesiones de técnica en carrera y piscina.
Otros días, parece que sientes que empiezas a coger ritmo; pero la sensación positiva dura lo que tarda en hacer aparición la fatiga, para sacarte con sus garras de ese ilusivo estado de bienestar físico.
En fin, que habrá que seguir poco a poco hasta que las cosas vayan saliendo mejor y más fácilmente, por ellas mismas.


Y para rematar este larguísimo post (no creí que la cosa fuera a dar para tanto), hablaré de mi nuevo juguetito que me tiene contentísima: por fin conseguí la máquina de hacer pan que llevaba meses persiguiendo. Ahora, cada día, lo preparo yo en casa. Y me queda riquísimo. Lo que pasa es que creo que me tienta tanto que como más. Y tengo la impresión de que se está quedando alojado en ciertas partes de mi cuerpo. Así que, que mi propio pan se quiera quedar de okupa en mi organismo... no me gusta. Tendré que echar el freno un poco para no tirar por la borda todos los esfuerzos de las sesiones de entreno.