martes, 3 de junio de 2008

Progenie

"Resistiré, resistiré hasta el fiiiinnnn..." Citando a los grandes "Barón Rojo", versioneados más tarde por los geniales "Attaque 77", me propongo aguantar como sea el paso de este mes, entrenando con cabeza y mimando mis maltrechas piernas a base de cremitas, aceites, estiramientos y masajes, hasta que lleguen las citas con la traumatóloga y el podólogo y así, poder abordar el asunto con más esperanza, gracias al saber hacer de la experiencia de esta gente.


Después de unos días de entrenamientos sin un solo día de descanso total (han sido 11 seguidos, algunos de ellos doblando), ayer dediqué la "post-guardia" a avanzar asuntos relacionados con la casa (recogida de escrituras y petición de la licencia de obras) y a descansar, que no había dormido mucho.


Hoy, tras una mañana bien aprovechada en que mi Salvita y yo hemos ido a Colmenar en menos de 1 hora y 34 minutos (a 28.84 km/h de media), comimos y tuvimos una interesante charla sobre la vida antaño. Penurias, humillaciones, sacrificios insospechados por mí se han descubierto ante mis ojos y mis oídos. Hay tantas cosas que desconocía. Se aprende tanto de la gente que tan bien te quiere y que te hace llorar de emoción con estas historias, que se me pasó por la cabeza la idea de que el libro más bonito que podría escribir alguna vez si me lo propusiera no podría versar sobre ningún otro tema.


Qué grandes son mis padres! Cuánto han luchado y cómo siguen haciéndolo... Qué orgullosa me siento de ellos y de todo lo que son capaces de llevar a cabo!


Siempre que cuento que salgo a correr con mi madre o a montar en bici con mi padre, la gente se queda "pillada". Eso no es lo habitual, no es lo común.

Porque mis padres, podrán no tener una carrera universitaria, les costará más que a otros manejarse en ciertas parcelas de la vida y sentirán la impotencia de no saber por dónde moverse para solucionar problemas burocráticos; es normal, porque nadie pudo darles las oportunidades que necesitaban para ser capaces de hacerlo; sin embargo, para mí son los mejores.

Porque son capaces de mucho más que otros que se creen algo: pueden subir contigo al pico más alto de Pirineos, pueden correr a tu lado la Sansilvestre Vallecana, pueden darte aliento cuando tus piernas no son capaces de pedalear más fuerte, pueden estar toda la noche sin dormir porque al día siguiente tú te juegas tus posibilidades en una oposición, o invertir sus ahorros en pagarte una matrícula universitaria, los carnets de conducir o cualquier complemento deportivo para que disfrutes de tu aficción.


Mis padres son como son y para mí son los más grandes. No los cambio por nada.

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