lunes, 18 de agosto de 2008

Agua y sol

Seguimos en la brecha; Mi gemelo continúa su recuperación poco a poco, después de aceptar el consejo de Anna, que me instó a dejar de correr durante el tiempo que dure el tratamiento con ella.
Al final, va a ser lo más sensato. Así que, es tiempo de hacer largos y pedalear.


Pero también hay tiempo para otras cosas.
Durante esta pasada semana (11-17 de Agosto), he realizado dos sesiones de natación (2500 + 2700 metros) y otras dos de bici (61'2 + 69,6 km). Y no ha habido tiempo para más porque también he aprovechado para salir desde el jueves a la madrugada del domingo a pasar un par de días de ocio y buen rollo con algunos coleguitas.

El lunes había nadado y el miércoles salí en bici con mis dos compis habituales para cubrir la distancia mencionada en 2 horas 10 minutos (a 28.17 km/h de media).

El jueves, antes de salir de viaje, regresé a la piscina para meter series de 200 a mis ritmos habituales (eso sí, sin forzar la máquina... aeróbico ligero absoluto) y hacer alguna más exigente de 100 con aletas.

A eso de las 17.00 nos pusimos en ruta hacia la Sierra de Guara (otro paraíso aún bastante intacto, a pesar de que los franceses lo gozan más que los españoles). Llegamos al camping, nos hicimos unos montaditos de fortuna para cenar y nos acostamos, para descansar con el fin de disfrutar bien del cañón al día siguiente.




El viernes yo estaba encantada. Esta era la tercera ocasión que iba a Guara; La primera fue allá por el 91, cuando aquello sí que era desconocido y, a mis tiernos 12 años, me machaqué los cañones más salvajes de la zona: Mascún, Barrasil, Peonera... Como me quedaba por bajar el Gorgas Negras, volví al cabo de unos años (tendría unos 22) con mi familia al completo y, sin guía ni leches, nos metimos en el paraíso Guareño y continuamos por el Barrasil hasta el camping.

Así que, de buena mañana, fuimos al encuentro de nuestro guía Jose Luís para hacer la Peonera Superior (barranco con mucho menos tirón que su homónimo inferior por aquello de la presa...) Y fue genial, porque estaba desierto. Sólo vimos un grupo de 4 personas en todo el día.


La experiencia fue maravillosa: es un barranco sencillo, (ideal para que se iniciasen 3 de nuestros muchachos); con marcha de aproximación cuesta abajo, rápel de entrada de 6 metros + bajada en oposición de otros 3 m. y salida al río. Comimos antes de enfundarnos los neoprenos y meternos en el agua y descansamos un rato a la sombra.


En el curso del río todo fue disfrute: saltos, sifones... magia!
Tras algo más de 2 amenas horitas de agua, nos sacamos los trajes, recogimos y emprendimos la marcha (ahora ya sí, cuesta arriba... y bastante, pero con unas sensaciones geniales: ni con la mochila de más de 20 kilos me subían las pulsaciones y eso que se remontaban 200 metros de desnivel en muy pocos minutos caminando).


Llegamos a la base de la empresa y nos tomamos unas cañas con el guía (un chaval majísimo, al que fuimos conociendo a lo largo del día). Recogimos y nos fuimos al camping. Ducha y trayecto hasta Rodellar para cenar en La Parada del Olvido, donde nos machacamos unas bravitas, ensalada y solomillo riquísimo. El postre, tiramisú, no fue de lo mejor.


Al día siguiente (sábado), tras pasar por Siétamo a hacer la oportuna parada en la pastelería de siempre, nos fuimos a Zaragoza a la Expo. De este día no tengo nada que reseñar, salvo el magnífico desfile de los muchachos del Cirque du Soleil.
El resto, mierda, mierda y más mierda (es mi opinión). Pero es la conclusión que extraigo tras comprobar la clase de negocio que es aquello: La peña haciendo cola para que le den una gorra, porque la información que cuelgan en cada pabellón sobre los temas relacionados con el agua (algunos muy interesantes: cambio climático, desalación, sequías, aprovechamiento de recursos energéticos naturales...) les importa un bledo. Todos los domingueros pasando sin pena ni gloria por un pabellón tras otro a ver si dan un souvenir.

Y luego, paga una pasta por comerte un bocata o un refresco. En fin... la clase de turismo que detesto. Pero esta también ha sido una lección para saber qué NO hacer en el futuro.



Tras pasar el día pululando por allí, nos vinimos a Madrid por la noche, para salvar los seguros atascazos del domingo (fin de quincena y del puente de Agosto) y así, ayer aproveché para hacer otra salidita hacia Soto con Salvita. Cubrimos la distancia habitual en 2h 27 minutos (a 28.29 km/h de media), lo cual está bastante bien.


Y hoy comienza una nueva semana, en la que habrá que seguir en la misma línea que estas dos anteriores. Pero eso, ya lo cuento otro día.

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